Political Farm: El miedo como herramienta política en la obra “Rebelión en la granja”
Mucho se ha escrito acerca de los temas contenidos en la obra de George Orwell, Rebelión en la granja. La crítica al totalitarismo, la amenaza a la libertad de expresión y la deshumanización a consecuencia del socialismo y del capitalismo, son ejes centrales en la fábula. No obstante, se han pasado por alto sus aportaciones al campo de la comunicación política, particularmente desde la óptica de cómo se construye un mensaje para generar –y manipular– la opinión pública.
La construcción del mensaje político en la obra parte desde el concepto de la “alteridad”, o la negación del otro, elaborado por los profesores Durán Barba y Nieto Montoya. Este tipo de ejercicio basado en concebir el mundo desde una perspectiva de rechazo provee el ingrediente fundamental para todo régimen que procura consolidarse a base del miedo: la creación de un enemigo al que hay que temer y/o combatir. A través de la negación cultural del otro –en este caso, de Snowball y su visión de un socialismo menos rígido– Napoleón generó la narrativa necesaria para posicionarse en la psiquis de los demás animales como el héroe que merecía estar a la cabeza del gobierno en Granja Animal.
Asimismo, Orwell ilustra el proceso de comunicación política mediante el uso de diversos medios, como las imágenes (la bandera con la asta y la pezuña, y el retrato de perfil de Napoleón) y el discurso ajustado a la población; en vista de que la mayor parte de los animales no podía leer, se simplificó el lenguaje para que resultase de fácil asimilación entre la fauna/ciudadanía, según las circunstancias:
¡”Cuatro patas sí, dos pies, no”!
¡“Cuatro patas sí, dos patas, mejor”!
De otra parte, y como punto fundamental en la elaboración de una estrategia efectiva de comunicación política, la obra revela cómo se transforma el mensaje en opinión pública. Napoleón se amparó en lo que Mora y Araujo catalogó como la “corriente de pensamiento pesimista sobre la opinión pública”, la cual establece que la gente cambia bruscamente de opinión, debido a entusiasmos y odios, y son débiles ante el poder, ya que carecen de información y son susceptibles a los estímulos. A pesar de la afirmación de que la opinión pública no tiene lógica, sino que se trata de “un tipo de fenómeno que se desarrolla de forma espontánea, como resultado de la interacción de múltiples factores que en cada momento generan un estado de situación y un efecto de éste sobre los procesos de la vida pública”, se puede apreciar la manera en que la novela emplea el relato –en forma de rumor– como herramienta para canalizar y reforzar el sentimiento de temor que necesita el régimen para subsistir. Esta gestión de opinión pública se le debe al personaje Squealer, quien durante la obra funge como vocero del oficialismo, con la intención de mantener el posicionamiento de Napoleón como el líder y a Snowball como el traidor. La táctica del “boca en boca” es complementada con la manipulación del orden social a través de las enmiendas acomodaticias realizadas a los “Mandamientos”, así como la utilización de las cabras como falsas representantes del colectivo.
De manera que, la operación política llevada a cabo por el Napoleón redunda en la consolidación del status quo, mediante la creación de la “mentalidad gramofónica repetitiva” sobre la cual nos advierte Orwell en su Prólogo, La libertad de prensa, y que se materializa al final de la novela:
“Y, cuando sentían tronar la escopeta y veían la bandera ondeando en lo alto del mástil, sus corazones se hinchaban se inextinguible orgullo, y la conversación siempre giraba en torno a los heroicos días de antaño, la expulsión de Jones, la inscripción de los Siete Mandamientos, las grandes batallas en que los invasores humanos fueron derrotados”.
Considero que Rebelión en la granja, además de ser uno de los clásicos de la literatura, contiene grandes lecciones de comunicación política que han pasado desapercibidas. Desde el enfoque estrictamente teórico de la “otredad”, hasta la organización de una campaña basada en el uso de diversos símbolos y códigos para fabricar una realidad ontológica colectiva e imponerla sobre la autonomía del individuo, Orwell sugiere a los profesionales de la consultoría política que destruyan el gramófono y compongan nuevas melodías inspiradas en la democracia, la heterogeneidad y el libre intercambio de las ideas.