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Motivation Proclamation: La secuencia motivadora de Monroe

El buen discurso político es como el buen vestir: debe parecer que se hizo sin esfuerzo alguno, sin importar cuántas horas estuviste buscando la mejor combinación para la ocasión. Sin embargo, como suele suceder en el campo de la moda, el discurso político que mejor fluye es aquel que fue redactado bajo un método de selección. Independientemente de la informalidad del lugar y del nivel socioeconómico del público, debe establecerse un orden lógico en lo que se desea comunicar.

Afortunadamente, no hay que inventar la rueda para darle estructura al discurso político, gracias al profesor de Comunicaciones, Alan Monroe.

Alan Monroe, académico reconocido y creador de la secuencia motivadora.

Durante sus años como docente en la Universidad de Purdue, Monroe adoptó elementos del mundo de las ventas y desarrolló una metodología diseñada para elaborar un discurso persuasivo, conocida como la “Secuencia Motivadora de Monroe”. Según su creador, el proceso consta de cinco aspectos que el comunicador debe dominar a lo largo del proceso –llamado “transcurso retórico”– para lograr un discurso exitoso.

Ilustración de la Secuencia Motivadora de Monroe, diseñada por el profesor Alan Monroe como metodología para elaborar un discurso persuasivo.

Atención

Con la apertura del discurso, el emisor tiene que capturar la atención del público y establecer la credibilidad con los electores, los medios de comunicación y de los partidos políticos. Se recomienda el uso de citas, cifras y preguntas retóricas para “atrapar” a la audiencia y establecer el tono para el siguiente paso.

Necesidad

Durante esta etapa se describe el problema (del público y del electorado) y se establece la empatía para ganarse la confianza. Hay que cumplir con dos objetivos: lograr que al votante se identifique con lo que se le ofrece y convencerlo de que hace falta algo, o de que lo que existe (el gobierno de turno o el aspirante idealista) representa un obstáculo que solo puede superarse a través del activismo con la campaña y el voto.

Satisfacción

Después de exponer el conflicto (a través de la necesidad), hay que proponer una solución detallada para revelar la intención detrás del discurso. Esta fase constituye el mayor reto para el redactor del discurso, quien tiene la responsabilidad de traducir los datos y la letanía de propuestas en un intercambio dinámico que sirva de hilo conductor para la porción emocional de la secuencia.

Visualización

Aquí es donde se “pinta el cuadro” que ilustra cómo mejoraría la situación del municipio, del país y del mundo si se realiza la acción propuesta durante la etapa de la satisfacción. Representa el punto de inflexión entre la parte pragmática y sobria del discurso y el segmento ideológico/idealista del mensaje que servirá de preámbulo al cierre.

Acción

De nada sirven las cuatro etapas anteriores si no se obtiene el compromiso de los electores con la causa del mensajero. Hay que dejar absolutamente claro el llamado a actuar, ya sea una donación, el activismo con el partido y lo más importante, el voto.

El final prácticamente se explica por sí mismo. Solo hay dos posibilidades: se gana o se pierde el apoyo del electorado al terminar el discurso. Todo dependerá del uso que le dé a la hoja de ruta que nos dejó el profesor Monroe.