A Life in the Shadows: Las 5 leyes inmutables de la consultoría política
Gracias a la imagen que le ha pintado Hollywood, la consultoría política se percibe como una profesión en la cual no hay lugar para la derrota; los malos ratos son efímeros y toda contienda electoral tiene un final feliz.
En cambio, es poco lo que se discute sobre el verdadero trabajo que realiza el consultor. Se le visualiza como un arquitecto sin saber que mayormente ejerce como plomero y albañil. Dentro de un campo laboral tan volátil como la política, si aspiras a convertirse en un “Maquiavelo del Siglo XXI” debes ir desconectándose de Netflix y estudiar el mundo real, en donde la carrera del consultor puede ser un tanto ingrata. Bien afirmó Joseph Napolitan:
“Si tu candidato gana, se debe a su encanto, imagen y poder de persuasión; si pierde, es tu culpa”.
Durante esta cruzada que llevo en contra del sensacionalismo que atraviesa el ambiente de la consultoría política, irónicamente, la mediatización de la faena política me ha ayudado a identificar cinco retos que presenta el lado oscuro, pero real, por el que todo asesor debe caminar para saber si posee las cualidades necesarias para destacarse.
1. No intentes cambiar la esencia del candidato
Todos tenemos debilidades y fortalezas; están quienes nacieron para el escenario político y están quienes tienen excelentes propuestas, las mejores intenciones, pero aparece una cámara y…
Claro, siempre hay espacio para mejorar, pero tu estrategia para el candidato no puede ser a costa de su manera de ser. Si es introvertido, no lo expongas innecesariamente a los medios; si es carismático, sácale el jugo a su imagen.
Lo importante es que el candidato se sienta lo más cómodo posible, sin tener que aparentar. Con la facilidad que actualmente se pueden fabricar los “candidatos en línea”, la autenticidad es una cualidad que nunca debe menospreciarse.
En esta escena de la película “Our Brand is Crisis”, además de una pequeña lección sobre el uso del miedo en las campañas políticas, puedes ver cómo la consultoría política efectiva se trata de mantener la funcionalidad de la campaña sin alterar la personalidad del candidato.
Un candidato cómodo es un candidato feliz, y un candidato feliz hará que la campaña fluya mejor, y el mensaje sea más contundente. El electorado sabe diferenciar el candidato genuino del enlatado.
2. Ser empleado del candidato no te exime del rol de líder
Los consultores se autoproclaman como profesionales independientes solicitados para proveer un servicio. Puede que en términos legales tengan razón, pero a la hora de la verdad trabajan para la campaña y quien tiene la última palabra es el candidato.
Pero en el furor del día a día de las campañas, el candidato apenas tiene contacto con el equipo de trabajo. Siempre habrá un programa de televisión o de radio, un discurso que ofrecer, un evento de recaudación de fondos o un debate para el cual prepararse. El candidato tiene su propia agenda al margen del resto, incluyendo al consultor, quien usualmente se convierte en la primera línea de defensa contra el caos.
La elección presidencial estadounidense de 1992 representaba una lucha entre las fuerzas del status quo republicano de George H.W. Bush y el liderato emergente del demócrata Bill Clinton. El documental “The War Room” se adentró en el día a día del equipo de la campaña demócrata, enfocándose en el consultor en comunicaciones, George Stephanopoulous, y el director de campaña, James Carville. Este último tuvo que enfrentarse a un equipo de trabajo físicamente agotado y emocionalmente abrumado. En un discurso improvisado, durante la víspera de las elecciones, el segundo al mando se convirtió en el líder indiscutible de la campaña.
Sería absurdo pensar que para cualquier asunto de la campaña se necesita la aprobación del candidato. Para eso fue contratado el consultor. Más que para asesorar en asuntos administrativos y estratégicos, para liderar el ejército de empleados y voluntarios por el campo de batalla.
3. Te toparás con gente que no tiene idea de lo que hacen
Una de las destrezas más importantes que debe desarrollar un consultor político es la paciencia, no solo con los ataques del adversario, sino con los miembros de la campaña, particularmente con aquellos que Napolitan bautizó como “amateurs apasionados”; esos que con solo ver un spot publicitario del candidato son capaces de hacer un harakiri a la menor provocación.
La pasión es indudablemente un elemento necesario para vender al candidato y su mensaje, pero bajo ninguna circunstancia puede nublar el razonamiento. El fanatismo en el terreno político, tarde o temprano, solo cosecha estupidez.
Aunque es una comedia que proyecta a la clase política como una sarta de idiotas, “The Campaign” dio en el clavo en cuanto a la incapacidad de muchos consultores para conectar con el votante.
Estos kamikazes con corbata son más comunes de lo que se quisiera, por lo que tienen que ser neutralizados lo antes posible.
4. Siempre encontrarás resistencia
Precisamente porque las campañas políticas deben fluir con disciplina espartana, es natural que cada idea nueva sea vista con escepticismo. No importa qué tan innovadora pueda ser la sugerencia, en la mayoría de los casos, sufrirá una muerte prematura, y en el mejor de los escenarios, el resultado será una versión alterada por los demás consultores, por grupos de interés, y hasta por el propio candidato. A menos que seas un one man army, tendrás que prepararte para luchar y negociar cada una de tus propuestas.
Para el 2013, estrenó el filme “No”, que narra cómo se creó la campaña de oposición a la presidencia de Salvador Allende en el plebiscito de 1988. Esta escena, en la cual Manuel Saavedra –el principal arquitecto de la campaña del “No”– presenta una propuesta que muestra la incorporación de elementos poco convencionales del márketing para corporaciones, es un ejemplo de que siempre habrá escollos en el camino hacia la innovación.
5. La traición se paga con la vida (profesional)
Si concebimos la campaña política como una operación militar, no se debe esperar menos del 100 % de lealtad por parte de cada uno de los soldados. Los egos frágiles, la envidio y el hambre de reconocimiento pueden crear fricciones entre el equipo, cabiendo la posibilidad de que alguien traicione la causa
La película “Los idus de marzo” (The Ides of March) enseña cómo lidiar con un traidor a la campaña. Además, de que creo que la frase “Hay una sola cosa que valoro en este mundo es la lealtad, y sin ella eres nada” es una joya.
Como consultor, siempre y cuando no se incurra en conducta ilegal e inmoral, tu lealtad debe ser siempre hacia la campaña, y por consiguiente, al candidato, y quien traicione la confianza tiene que ser desterrado sin misericordia. Si lo que quieres es hacer amigos, vende helados.
No lo tomes personal, ni sientas lástima. En las campañas pueden tolerarse los errores y la ingenuidad, pero nunca la traición.
Sin importar qué tan grande o cuán moderna sea la campaña, el hecho de que responda a la dinámica humana te obligará a enfrentar uno –o varios– de estos cinco escenarios.
¿Qué otros retos crees que suelen enfrentar los consultores políticos?