Remember, Remember the 6th of November: ¿Quién ganó las elecciones intermedias?
El 6 de noviembre de 2018, día de las elecciones intermedias o midterm elections.
Como de costumbre, todos los analistas políticos sueltan la frase “estas elecciones, más allá de elegir a la Legislatura, constituyen un referéndum sobre la gestión del presidente _____________”.
Sí, de esas cosas que se dicen para matar tiempo durante la transmisión, pero se debe a que es de las pocas aseveraciones que se sustentan con el paso de los ciclos electorales.
Le sucedió a Bill Clinton en 1994 y 1998, recibiendo una tremenda paliza del Partido Republicano, comandado por Newt Gingrich y el “Contrato con América”.
Aunque consolidó su liderato en las elecciones de 2002, debido a los ataques del 11 de septiembre, George W. Bush igualmente fue aplastado en las elecciones de 2006, tomando los demócratas el control de la Cámara de Representantes y el Senado.
Y Barack Obama apenas tuvo mayoría en el Senado luego de los comicios de 2010, para perder lo poco que tenía en las elecciones de 2014.
Este patrón demuestra que independientemente del partido, el electorado resiente el poder absoluto en las ramas políticas del gobierno, por lo que exigen un contrapeso en el Capitolio cada dos años.
Las últimas elecciones no fueron la excepción.
Tras tener una mayoría legislativa, las pasadas elecciones le dieron un giro interesante a lo que hasta entonces se consideraba un liderato de mano de hierro del GOP bajo la presidencia de Donald Trump.
Pero el 6 de noviembre se dio un empate relativo, de esos que permiten que cualquier equipo reclame victoria según le convenga.
Lo que comenzó con una tendencia de que la “ola azul” arroparía los Estados Unidos, fue cambiando a medida transcurría la noche. Poco a poco, los republicanos fueron ganando terreno, y antes de la medianoche, todo apuntaba hacia una clara mayoría conservadora en el Senado.
Ya entrada la madrugada del 7 de noviembre, los demócratas podían celebrar el haber obtenido una mayoría (exigua) en la Cámara de Representantes.
Al momento quedan varias contiendas por adjudicar, pero eso no evita que se puedan destacar varios puntos medulares.
¡Luces, Cámara, impeachment!
Veremos una Cámara de Representantes cuya mayoría demócrata se dedicará en cuerpo y alma a hacerle la vida imposible al presidente. Seguramente utilizaran su poder investigativo para sacar a la luz todo lo relacionado con los vínculos de la campaña presidencial de Trump en 2016 y funcionarios del gobierno de Rusia.
Igualmente, en tag team con el Fiscal Especial, Robert Mueller, la mayoría demócrata aprovechará el hermetismo del presidente acerca de sus declaraciones de impuestos y finanzas personales para revivir la narrativa que por tanto tiempo proyectó a Trump como un empresario que, lejos de crear su propia fortuna, simplemente heredó sus millones como consecuencia de varios esquemas de fraude fiscal de su padre, Fred Trump.
Se trata de una situación en la que el Partido Demócrata no tiene nada que perder: de tener éxito, se le abre el camino para iniciar un juicio político (impeachment) contra Trump, acorralándolo hasta una posible renuncia. Y en el peor de los casos, habrán arrojado suficiente sombra sobre el presidente como para lacerar su credibilidad como hombre de negocios y como posible candidato para el 2020.
Ahora bien, cuando se trate de la intención de la Cámara de Representantes de encausar un impeachment, tendrán que hilar fino.
Trump se consolidó como alternativa para 2020
Quien pensaba que Trump terminaría acabado a raíz de los múltiples escándalos que le vinculan, se llevó tremenda sorpresa.
Indudablemente, el discurso de Donald Trumo caló profundo. Se pudo ver cómo su mensaje –aun siendo tan polarizador– no solamente percoló en la base republicana, sino que pudo activarla de tal manera que el Partido Republicano pudo ampliar su mayoría en el Senado.
Esta solidificación de las huestes republicanas obliga a posibles aspirantes como Paul Ryan y Jeb Bush a pensarlo dos veces antes de retar a Trump para las próximas elecciones.
A mayor división republicana, mayor diversidad representativa.
Con un clima político lleno de complejidades étnicas, raciales, religiosas y socioeconómicas, no era difícil predecir una fractura ideológica en términos representativos. La composición del mapa electoral estadounidense sugería desde temprano que la gran mayoría de los distritos predominantemente urbanos terminarían bajo el control demócrata.
Las predicciones no defraudaron.
Al momento, la intención del voto indica que el Senado retendrá una mayoría republicana, pero la Cámara de Representantes se encamina, con paso firme, hacia una victoria del Partido Demócrata, dejando al descubierto la herida que ha sufrido la federación norteamericana desde que Trump asumió la presidencia.
Esta división entre conservadores y liberales nos trajo movimientos como alt-right, que aboga por la supremacía blanca, y el Antifa como una respuesta extrema al racismo y sexismo que despertó durante los últimos tres años.
Y como suele suceder cuando las fuerzas opositoras a las ínfulas autoritarias encuentran en el voto un instrumento valioso –incluso con una atmósfera de polarización– estas elecciones marcaron un hito en la historia política de los Estados Unidos.
Ilhan Omar y Rashida Tlaib se convirtieron en las primeras mujeres musulmanas electas al Congreso Federal, por Minnesota y Michigan, respectivamente.
Sharice Davids, de Kansa, y Deb Haaland, de Nuevo México, son las primeras amerindias en ser elegidas para la Cámara de Representantes a nivel federal.
En el estado de Colorado, Jared Polis obtuvo la victoria, siendo el primer hombre abiertamente gay electo como gobernador.
Estas 5 contiendas son solo una muestra de cómo la indignación entre sectores históricamente marginados, se tradujo en la creación de un melting pot representativo sin precedentes.
Como siempre, hay disputas electorales –como la de Florida– que parecen llevarnos de vuelta a la incertidumbre. No obstante, se dibujó una clara paradoja en el panorama: Estados Unidos sufre una profunda división nacional; y de esa división han nacido pequeñas alianzas, que al igual que Trump, han roto los esquemas.
Esta primera batalla no demuestra un claro ganador, pero la guerra apenas comienza.
