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Yeezy Boost 2018: Kanye West, Donald Trump y las elecciones intermedias

Yeezy Boost 2018: Kanye West, Donald Trump y las elecciones intermedias

Hubo que llamar al Servicio Secreto. El Despacho Oval no había visto tanta persona negra desde que Trump juramentó como presidente. Pero no, la Casa Blanca estaba segura. Era solo un rapero excéntrico con su entourage.

Lo que se supone que fuese una reunión para dialogar acerca del desarrollo  urbano, capacitación laboral y la reforma del sistema de justicia estadounidense, terminó en un soliloquio de admiración al “número 45”. Como siempre, sin escatimar a la hora de crear controversia, Kanye West tomó la palabra.

Vistiendo ropa negra que contrastaba con su llamativa gorra que leía el famoso/infame eslogan Make America Great Again, el rapero “soltó sus barras”.

A pesar de que en múltiples ocasiones quise arrancarme los ojos y taladrarme los oídos mientras intentaba analizar el monólogo, hubo ráfagas de lucidez en sus declaraciones. Después de todo, no se trata de un rapero común.

Contrario a la mayoría de los exponentes del Rap, Kanye creció rodeado de todo tipo de arte. Su padre era un fotoperiodista y miembro de las Panteras Negras, y su madre se desempeñó como profesora de inglés. No obstante las comodidades que tuvo durante su infancia y adolescencia, se vio obligado a luchar contra las casas disqueras  porque su imagen no era la esperada de un rapero. Esto debido a que su código de vestimenta no evocaba el rapero gánster que tanto dinero le dejaba a la cultura del Hip Hop y al negocio de la música urbana. Manteniéndose fiel a su ropa de diseñador y aspecto de chico bueno, West ascendió rápidamente, primero como productor, luego como rapero y finalmente como empresario en el mundo de la moda, siempre defendiendo internacionalmente las luchas de la población negra.

Nadie imaginó que la misma persona cuyo primer sencillo reconocido a nivel mundial por reclamar que el negro en los Estados unidos era “estrangulado por los detectives, sí, sí, ahora comprueba el método. Nos hacen preguntas nos acosan y nos arrestan diciendo comemos pedazos de mie&%$ como tú  en el desayuno”, terminaría declarando que “la gorra de MAGA le  hizo sentirse como Superman”.

Ciertamente, la inclinación de Kanye en favor de Trump tomó a muchos por sorpresa. De ser uno de los artistas más identificados con la causa afroamericana, pasó a defender al presidente con una de las filosofías políticas más racistas del Siglo XXI. Un encuentro cercano de este tipo, si ben es atípico, en su fondo realmente demuestra las semejanzas entre Kanye y Donald, siendo una de ellas la obsesión por ser el foco de atención.

Y del spotlight nació el amor.

La admiración del también diseñador de modas por la estrella de The Apprentice se hizo viral a raíz de una entrevista durante el programa Jimmy Kimmel Live. Ni corto ni perezoso, durante  los primeros minutos de su intervención, West lanzó el primer bombazo.

Cuestionado acerca de sus elogios a Trump, el agitador urbano afirmó que “todo el mundo trata de escoger el candidato” por él, y que el problema con la gente (afroamericana) es que “se enfoca demasiado en el pasado”, refiriéndose al periodo de la esclavitud. Poco después de recordarle a Kanye sus expresiones del 2005, cuando dijo que “a George W. Bush no le importaba la gente negra”, Kimmel le preguntó qué le hacía pensar que a Trump sí le importa.

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Tras un silencio incómodamente prolongado, el animador tuvo que ir a una pausa comercial.

Yeezy todavía estaba en su propia Matrix, analizando cómo darle algo de sentido a  la contradicción entre su filosofía de difundir amor y la violencia discursiva de Trump. ¿Recuerdan cuando el presidente se refirió a países con poblaciones predominantemente negras como “sh!t%@#3$”? Su lucha no debió ser fácil; ser parte de la comparsa de un jefe de estado que consistentemente demuestra lo poco que le importa la raza a la cual perteneces, debe ser tortuoso.

Aunque Kanye vive en su propio mundo. Un mundo en el que se desayuna contradicción, se almuerza controversia y se cena sinsentidos. Al menos eso parecía…hasta que le salió el 13 negro en la ruleta política.

West se quedó con el debate tuitero cuando colgó una foto suya utilizando la gorra MAGA y pidiendo la abolición de la Decimotercera Enmienda.

¿Abolir la abolición? ¿Restablecer la esclavitud? América se ofendió, y su capitán salió en su defensa.

Nuevamente, Kanye fue víctima de sus palabras. Pero como  excelente maestro lírico que es, su explicación le dio un poco de contexto a sus expresiones. Alegó que se refería a la “cláusula de excepción”, en otras palabras, al Talón de Aquiles de la 13ra Enmienda.

Sección 1.

Ni la esclavitud ni la servidumbre involuntaria existirán en los Estados Unidos o en cualquier lugar sujeto a su jurisdicción, salvo como castigo por un delito del cual la persona haya sido debidamente convicta.

Sección 2.

El Congreso tendrá facultad para hacer cumplir las disposiciones de esta enmienda mediante legislación adecuada.

Causando un debate que se extendió hasta la comunidad académica, West se vio obligado a explicarse: se refería a que, para él, la 13ra Enmienda representaba la “esclavitud disfrazada”, debido a que la cláusula de excepción funciona como una trampilla (trapdoor) que perpetúa la esclavitud, ahora mediante el sistema penitenciario.

Hay que darle crédito a Yeezy, porque logró salir del hoyo que él mismo cavó, y probablemente le debe el salvavidas a su esposa, Kim Kardashian,  quien abogó por una reforma al sistema de justicia criminal antes que él.

Todo indicaba que las aguas habían regresado a niveles seguros. Kanye se había tranquilizado.

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¡Por supuesto que no! Yeezy no sabe lo que es pasar por debajo del radar. Así que, MAGA cap en la cabeza, y que la lengua haga lo suyo frente a las cámaras.

Y del estudio de Jimmy Kimmel pasamos a la Casa Blanca.

Era su segundo turno al bate, y esta vez no había lugar para silencios incómodos. Hora de comenzar el  espectáculo.

Los reporteros apenas se estaban acomodando, y como si fuese parte de un freestyle, West vociferó “la gente espera que seas demócrata si eres negro”.

Intoxicado por el aroma de poder y spray tan que permea la Oficina Oval, West trató de ejercer su versión de diplomacia: “Amo a Hillary, pero la campaña ‘I’m with her’ no me hizo sentir como un tipo que pueda jugar a atrapar la pelota con su padre. Fue  algo que…cuando me puse esta gorra…me hizo sentir como Superman”.

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Mientras la prensa salivaba con las proyecciones de los ratings, y a Trump parecía importarle más el menú del almuerzo, Kanye cambio por tres segundos el tono de la discusión cuando sentenció “Si él no luce bien, nosotros no lucimos bien”. Varias cejas se levantaron, incluyendo las mías. Pero al igual que sucede con el tío que se emborracha durante las fiestas, nadie termina haciéndole caso cuando intenta decir algo con seriedad.

Terminó su performance, recibió el acostumbrado espaldarazo del presidente, y se fue para su casa a compartir con Kim y North. Kanye lograba mantenerse como un activista peculiar y Trump lograba su distracción semanal a la prensa. Todo un acto publicitario digno de un premio.

Pero, ¿cuál  es la verdadera motivación detrás de la invitación a Kanye West? ¿Qué provecho –más allá de desviar la discusión pública sobre la investigación de Rusia y de sus escándalos con actrices porno– puede sacarle Trump a un almuerzo frente a las cámaras?

Mucho. Demasiado. La mayoría republicana en unas elecciones legislativas que realmente están más cerradas de lo que aparentan, y en la cual el votante negro puede marcar el desenlace.

El uso de la fuerza excesiva por parte de la policía en contra de los negros y el aumento en la desigualdad socioeconómica, parecen haber llevado la indignación afroamericana al punto de ebullición, lo cual puede traducirse en movilizaciones sin precedente hacia las urnas.

Primero, unos cuantos números importantes…

De acuerdo a una investigación del Pew Research Center, la participación electoral en el Partido Demócrata durante las primarias para la Cámara de Representantes aumentó en un 56 % en comparación con las primarias de 2014. En el Senado el aumento fue de 22.2 %.

Asimismo, según el estudio, el 67 % de los demócratas expresó sentirse más entusiasmado de participar en las próximas elecciones legislativas versus las de 2014, mientras que el entusiasmo entre los republicanos llegó a un 59 %.

Por su  parte, la organización BlackPAC realizó un sondeo, con una muestra de 1,000 electores afroamericanos, en relación con los “factores esenciales para una ola demócrata en las elecciones de 2018”, concluyendo que:

  • El 50 % de los encuestados cree que la economía está empeorando.

  • Solamente 1 de cada 10 entiende que su económica está  mejorando.

  • El 89 % está seguro de que el racismo ha empeorado desde 2016, mayormente en la zona rural.

  • Más de la mitad concluyó que el racismo se agudizó con el cambio en la política estadounidense, o sea, con la presidencia de Trump.

  • La preocupación más importante es cómo combatir y dar fin al racismo y la discriminación.

  • No obstante, el 40 % duda del compromiso del Partido Demócrata con la justicia racial.

Además, una encuesta realizada en julio de 2018 por la organización African American Research Collaborative reveló que en los 61 distritos representativos más competitivos, los blancos y los negros apoyan en la misma proporción asuntos como la verificación de antecedentes para la adquisición y portación de armas, el derecho al aborto y los derechos de la comunidad LGBT. Esto sugiere que, pese a la brecha entre blanco y  negros, el interés por asuntos que predominaban entre la juventud blanca está captando la atención del votante que antes se le consideraba como apático. Ya el cuarto se le está haciendo pequeño al discurso político one size fits all.

Esta encuesta reveló que:

  • El 79 % de los electores negros encuestados desaprueba la labor de Trump como presidente.

  • El 81 % dijo sentirse “enojado” con la actitud de Trump.

  • El 82 % siente que “le han faltado el respeto”.

  • El 50 % expresó sentirse “muy preocupado”, y el 23 % “algo preocupado” con la posibilidad de que Trump busque retrotraer a los negros a una ciudadanía de segunda clase.

 Pero el dato que resalta es el de la siguiente pregunta: ¿”Cómo te hace sentir que algunas celebridades negras, como el rapero Kanye West y  el exbaloncelista profesional, Dennis Rodman, hayan apoyado recientemente a Donald Trump”?

Sondeo realizado por la African American Research Collaborative para medir la reacción entre la población afroamericana en torno al apoyo de Kanye West y Dennis Rodman a Donald Trump.

Sondeo realizado por la African American Research Collaborative para medir la reacción entre la población afroamericana en torno al apoyo de Kanye West y Dennis Rodman a Donald Trump.

En pocas palabras, al 53 % de los encuestados le importa poco el endoso de Kanye West a Donald Trump. Siendo los resultados tan conservadores, cabe preguntarse, ¿qué motivó al presidente a invitar al polémico rapero a la Casa Blanca?

 “It’s the perception, stupid!”

No se trata del repunte económico de la era de Clinton, sino de lo que puede percibirse de la implementación de políticas económicas en favor de los afroamericanos en los Estados Unidos.

Desde principios de 2018, Trump ha estado alardeando de ser el responsable por disminuir el desempleo en el sector afroamericano, más aun que Barack Obama.

Sin duda, la tasa de desempleo en los Estados Unidos se halla en cifras históricamente bajas. Y sí, los números son innegables: el desempleo entre la comunidad negra ha disminuido significativamente. De hecho, aun dándole la razón a quienes defienden la gestión de Obama, la realidad es que el presidente demócrata alcanzó una cifra de 3 millones de empleos más para los negros, mientras que en menos de 2 años en la presidencia, Trump lleva 700 mil empleos añadidos. Sin temor a especular, debe tenerse en cuenta que, en la medida en que las iniciativas de Donald para traer empleos de regreso a los Estados Unidos, este número puede crecer rápidamente.

Ahora bien, esto no necesariamente significa que la brecha de la desigualdad entre los afroamericanos y los blancos esté cerrándose. De hecho, un artículo del NY Times declaró que al 2017, por cada $100 en poder adquisitivo de cada familiar blanca, las familias negras tienen solo un promedio de $5.04. Asimismo, dos académicos – Kerwin Charles, de la Universidad de Chicago, y Patrick Bayer de la Universidad de Duke– investigan las causas para la ampliación en la brecha salarial entre negros y blancos. Hasta el momento, los hallazgos sugieren que, aun después de haberse tomado las medidas necesarias para combatir el discrimen contra los negros durante la década del 70, la brecha ha venido ampliándose, persistiendo la posibilidad de que, independientemente del esfuerzo y el talento en el mercado laboral, el color de la piel constituya el factor determinante para generar ingresos y obtener una mejor calidad de vida.

Trump sabe muy bien que tiene al elector blanco campesino y de clase media en su bolsillo. Sin embargo, no es así en el caso de las minorías afroamericanas. De manera que, barajando los números en las encuestas, sabe que con poco menos de la mitad de los votos de la comunidad negra, puede retener los escaños suficientes para mantener la mayoría republicana en ambas cámaras legislativas.

No debemos pasar por alto que Trump ganó en 2016 con apenas el 8 % del voto negro, y en la encuesta realizada por la African American Research Collaborative, coloca su tasa de aprobación entre los afroamericanos en un 21 %, o sea, prácticamente triplicando el por ciento de satisfacción en una comunidad que durante su época como candidato pedía su cabeza en una bandeja.  

Sondeo realizado por la African American Research Collaborative para medir el sentimiento entre la población afroamericana hacia la gestión de Donald Trump.

Sondeo realizado por la African American Research Collaborative para medir el sentimiento entre la población afroamericana hacia la gestión de Donald Trump.

Para ganar esta batalla, Trump ha evitado  los extremos, aprovechándose del área gris.

No es casualidad que días después del encuentro con Kanye, el presidente ofreciera un discurso alabando al general Robert E. Lee, claramente apelando al sentimentalismo del sector blanco en el sur de los Estados Unidos. Curiosamente, minutos antes de su alocución, Trump venía de ofrecer declaraciones sobre la baja en el desempleo entre los negros, pidiendo abiertamente que apoyaran la gestión del Partido Republicano que tanto ha ayudado a su prosperidad económica. 

Y en ese zigzagueo, confundiendo a los adversarios políticos y a la prensa con ayuda de personajes como Kanye, mientras comunica de acuerdo al targeting demográfico, Trump ha ido construyendo su  base de apoyo entre los afroamericanos de cara a las elecciones legislativas de 2018 y a su búsqueda de la reelección en 2020.

La magia en el discurso de Trump radica en su habilidad como ilusionista para aislar el panorama económico de los afroamericanos del resto de la sociedad de tal manera que, comparando el desarrollo en los salarios y calidad de vida del estadounidense negro durante la presidencia de Obama con el post Obama, siempre se proyecte un crecimiento porcentual.

El Partido Demócrata no ha logrado descifrar la estrategia aislacionista de los republicanos, y en lugar de diseñar un discurso en el que se pueda apreciar la economía afroamericana como parte de un todo, se han quedado dentro del cuadro en el que Trump los ha encajonado.

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Objetivamente, la táctica que debieron emplear los demócratas no necesitaba de un genio en la comunicación política. Con simplificar la avalancha estadística en un mensaje de fácil digestión: “Los negros continúan siendo económicamente rezagados en comparación con los blancos. Trump y su partido quiere hacerlos más pobres aún”.  Pero lamentablemente, es too little too late para transformar ese por ciento que de alguna manera entiende que sus condiciones económicas individuales han mejorado desde que Trump llegó al poder.

Una cosa era mantenerse en la ofensiva cuando Trump era blanco fácil de ataques racistas cuando era candidato, y otra muy distinta el atacarlo desde la minoría, cuando su partido tiene el control del todo el aparato gubernamental –y por lo tanto, de las cifras – para maniobrar con la política económica de cada sector. Si algo quedó evidenciado durante esta contienda legislativa es que los demócratas no han sabido dar el cambio de posición; se mantienen en la ofensiva cuando el discurso de Trump claramente les coloca en la defensiva.

El rap, como parte de la cultura del Hip-Hop, viene de la pobreza, de la escasez y de la necesidad. Durante sus comienzos, la rima se convirtió en un mecanismo de sobrevivencia; el saber conjugar dos versos podía hacer la diferencia entre llegar sano a tu  casa o terminar en el hospital. Trump (y no necesariamente el Partido Republicano) ha podido identificar que en la política, si bien hay abundancia de dinero, hay escasez de liderato, y así como el emcee que no renueva su repertorio de líricas, los demócratas dejaron que les invadieran su territorio.

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