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This Is Checkers, Not Chess: El discurso que salvó a Richard Nixon

This Is Checkers, Not Chess: El discurso que salvó a Richard Nixon

Antes de su infame presidencia y del escándalo de Watergate, la carrera política de Richard Nixon ya había enfrentado una prueba de fuego.

Durante su campaña para la presidencia de 1952, Dwight Eisenhower escogió a Nixon como su candidato para vicepresidente. Pero la luna de miel entre los compañeros de papeleta no duró mucho.

Salió a la luz una investigación periodística que acusaba al entonces senador por el estado de California de aceptar dinero de un “fondo secreto” que le costeaba los gastos de la campaña. En resumen, Nixon recibía dos compensaciones: su sueldo como senador y sus donaciones anónimas.

Instantáneamente, la candidatura de Tricky Dick estaba en la cuerda floja. El propio Eisenhower le dio un ultimátum: o explicaba (con éxito) los señalamientos en su contra o se despedía de la candidatura.

Nadie envidiaba la posición de Nixon. El futuro inmediato del Partido Republicano dependía de qué tan bien pudiera salvar su reputación.

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Conocido por tener el carisma de Freddy Krueger, pero igualmente destacado por su astucia, Richard apostó al potencial de la televisión.

En su modesto poder de recaudación de fondos, el Comité Nacional Republicano compró a la cadena NBC media hora de tiempo en el aire por unos míseros $75,000 (¡En 1952!).

Nixon utilizó la transmisión como un mecanismo de defensa contra los hallazgos de la prensa, pero eso no era suficiente. Su alocución tenía que establecer el asunto de las alegaciones sobre malversación de fondos como algo “legal” e irrelevante a la contienda electoral, como también eliminar cualquier duda acerca de su moralidad –y viabilidad– como  candidato.

El discurso pasó a conocerse como el Checkers Speech, en honor al nombre que llevaba un perro cocker spaniel que le regalaron durante la campaña. Según Nixon, la familia se había encariñado tanto con el cachorro que no estaban dispuestos a devolverlo.

“Otra cosa que probablemente debería decirte, porque si no lo hago, probablemente también dirán esto sobre mí. Obtuvimos algo, un regalo, después de las elecciones. Un hombre en Texas escuchó a Pat (esposa de Nixon) en la radio mencionar el hecho de que a nuestros dos hijos les gustaría tener un perro. Y lo creas o no, el día antes de partir en este viaje de campaña recibimos un mensaje de Union Station en Baltimore, diciendo que tenían un paquete para nosotros. Bajamos para conseguirlo. ¿Sabes lo que era? Era un pequeño perro cocker spaniel en una caja que habían enviado desde Texas, blanco y negro. Y nuestra pequeña Tricia, la niña de seis años, lo llamó ‘Checkers’. Y sabes, los niños, como todos los niños, aman al perro, y solo quiero decir esto, ahora mismo, que independientemente de lo que digan al respecto, lo conservaremos”.

La familia Nixon y Checkers.

La familia Nixon y Checkers.

Nixon superó las expectativas y se mantuvo en la carrera, eventualmente ganando junto a Eisenhower de manera aplastante.

Pero las palabras pronunciadas frente a la cámara representan mucho más que el amor de un candidato y su familia por su amigo de cuatro patas; constituyen uno de los mejores ejemplos sobre el uso efectivo de la emoción en el discurso político. La audacia que tuvo Dick –quien fue considerado como uno de los presidentes estadounidenses más emocionalmente herméticos– de fundamentar su apología en declaraciones que apelaban puramente al sentimiento, no merece pasar desapercibida.

En un periodo caracterizado por la ideología republicana de mano de hierro contra el comunismo, y aspirando a la vicepresidencia bajo un aura de intolerancia a los movimientos pacifistas en contra la Guerra de Corea, la decisión de Nixon de mostrar un ápice de humanidad era algo inusual.

Como dicen, “Tiempos desesperados requieren medidas desesperadas”. Y Nixon estaba entre  la espada y la pared.

El tablero estaba listo y había que decidir: ¿Jugaba al ajedrez pragmático o jugaba al checkers emocional?

Chess vs Checkers

Generalmente, el ajedrez se considera como un juego más refinado y complejo que las damas (checkers). A pesar de que ambos se juegan en un tablero con 64 recuadros, al ajedrez guarda relación con las élites sociales y los intelectuales, debido a su dificultad. En cambio, al juego de damas, gracias a la facilidad para aprenderlo, se le llama “el ajedrez de los vagos”.

Incluso, en la cultura popular se ha hecho famosa la frase “Esto es ajedrez, no damas”, para describir la superioridad de una forma de pensar o ejecución.

La frase pretende denigrar el juego de checkers en todos los aspectos cotidiano, pero en la política el elitismo no siempre resulta ser la mejor movida, y en una coyuntura en la que el político atraviesa una crisis, no todo puede funcionar a base de lógica. En ocasiones, las circunstancias exigen una respuesta que se olvide del cerebro y vaya directo al corazón.

Tal y como lo hizo Nixon.

Muy hábilmente, dirigió el discurso hacia tres grupos distintos:

1. El electorado republicano

Para convencer a la base de su partido, hizo una lista de sus deudas: préstamos hipotecarios, seguros, su automóvil usado, y hasta los $3,500 que le debía a sus padres. De igual manera, estableció un contraste entre su trasfondo como parte de la clase trabajadora y la vida de riqueza en la cual se criaron tanto el candidato demócrata a la presidencia como a la vicepresidencia. Para ilustrar el contraste, utilizó a su esposa, Pat.

“Bueno, eso es todo. Eso es lo que tenemos. Y eso es lo que debemos. No es mucho. Pero Pat y yo tenemos la satisfacción de que cada centavo que tenemos es sinceramente nuestro. Debo decir esto, que Pat no tiene un abrigo de visón. Pero tiene un respetable abrigo de tela republicano, y siempre le digo que se vería bien en cualquier cosa”.

 En un claro intento de persuadir el voto femenino, leyó el extracto de una carta que una joven simpatizante le cursó.

“Ahora permítanme, finalmente, leerles, brevemente, extractos de una carta que recibí, una carta que, después de todo esto, nadie nos puede quitar. Lee de la siguiente manera:

Estimado senador Nixon,

Como solo tengo 19 años de edad, no puedo votar en estas elecciones presidenciales, pero créame si pudiera, usted y el general Eisenhower sin duda obtendría mi voto. Mi esposo está en la flota de Marines en Corea. Es un miembro del cuerpo en primera línea y tenemos un hijo de dos meses que nunca ha visto. Y estoy seguro de que con los grandes estadounidenses como usted y el general Eisenhower en la Casa Blanca, los estadounidenses solitarios como yo se unirán con sus seres queridos ahora en Corea. Solo le pido a Dios que no llegue demasiado tarde. Adjunto hay un pequeño cheque para ayudarlo en su campaña. Viviendo con $85.00 al mes, es todo lo que puedo pagar en este momento, pero hágame saber qué más puedo hacer.

Amigos, es un cheque por $10.00, y es uno que nunca cobraré”.

Esta porción del discurso le permitió a Nixon equiparar una humilde aportación de $10.00 para su campaña con el perro que tanto quiere y no devolverá. Además, le facilita establecer una conexión directa más allá  de las mujeres, ya que también pueden identificarse los de la clase media, los jóvenes y todo aquel que tuviese algún familiar luchando en la Guerra de Corea.

2. Los miembros de la prensa

Nixon siempre tuvo resentimiento hacia la prensa llegó al punto máximo durante Watergate, pero siempre fue un escéptico; para él, no había tal cosa como un “cuarto poder”, sino una mafia dedicada a torpedear su gestión. De manera que no debe sorprendernos que iniciara su discurso atacando los periodistas.

“Ahora, lo políticamente habitual que se debe hacer cuando se presentan cargos contra usted es ignorarlos o negarlos sin dar detalles. Creo que ya hemos tenido suficiente de eso en los Estados Unidos, particularmente con la actual Administración en Washington, D.C. Para mí, la oficina de la Vicepresidencia de los Estados Unidos es una gran oficina, y creo que la gente debe confiar en la integridad de los hombres que se postulan para ese cargo y que podrían obtenerlo.

También tengo la teoría de que la mejor y única respuesta a una mancha  o a un malentendido honesto de los hechos es decir la verdad. Y es por eso que estoy aquí esta noche. Quiero contarte mi versión del caso. Estoy seguro de que has leído el cargo, y lo ha escuchado, que yo, el senador Nixon, tomé $18,000 de un grupo de mis seguidores”.

 Acto seguido, el candidato a vicepresidente pasó a desglosar en qué gastó el dinero recibido por el fondo secreto; en resumen, “en gastos oficiales”. Pero aun en su porción sobria y pragmática del discurso, Nixon encontró la manera de manipular a la prensa usando su fortaleza como debilidad. Conociendo que los periódicos siempre buscan la próxima historia que puedan convertir en escándalo, lanzó la carnada. Impugnó la imagen de su rival demócrata para la vicepresidencia, John Sparkman, acusándolo de corrupto.

“Bueno, entonces surge la pregunta, ‘¿Cómo paga esto y cómo puede hacerlo legalmente’? Y hay varias maneras de hacerlo, por cierto, y de que se haga legalmente en el Senado de los Estados Unidos y en el Congreso. La primera forma es ser un hombre rico. No soy un hombre rico, así que no podría hacerlo. Otra forma que se usa es poner a su esposa en la nómina. Permítanme decir, por cierto, que mi oponente, mi contraparte para la vicepresidencia en la papeleta demócrata, tiene a su esposa en la nómina y la ha tenido en su nómina durante los últimos diez años. Diez años. Ahora déjame decirte esto: es asunto suyo, y no lo critico por hacerlo. Tendrá que emitir un juicio sobre ese punto en particular”.

Aparte de arrastrar al adversario político a su nivel como candidato cuyo manejo de los fondos públicos puede ser cuestionado, Nixon le puso a la prensa el próximo tema de publicación en bandeja de oro. Existiendo un señalamiento en contra del equipo republicano, Tricky Dick colocó sobre la prensa la obligación moral y profesional de indagar en el asunto para no se les percibiera como parcializados en favor de los demócratas.

3. Dwight Eisenhower y su equipo de campaña

De nada hubiese valido que Nixon tuviera una exposición magistral si no se ganaba la confianza de su compañero y su equipo. La meta a largo plazo era restaurar su imagen como un candidato digno de permanecer en la contienda. Y como un poco de adulación puede tener un gran efecto, el discurso cerró con un wink para Eisenhower; un recordatorio a todos los estadounidenses de que “Ike” era la mejor opción para el país.

“Y recuerden, amigos, Eisenhower es un gran hombre, créanme. Él es un gran hombre. Y un voto por Eisenhower es un voto por lo que es bueno para Estados Unidos”.

Una vez encendieran la cámara de televisión, Nixon enfrentaba un dilema: ceder ante su acostumbrado pragmatismo y repulsión hacia la prensa, o hacer lo impensable e indagar en los sentimientos del electorado. El discurso marcó una de las ocasiones en que logró dominar su ego y demostrar su lado humano.

La historia es testigo de que Nixon, a pesar de jugar checkers, dio el jaque mate.

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